LA HOMEOPATÍA Y LA CIENCIA

Resumen Tras situar la ciencia con respecto al arte y a la revelación, como las tres formas básicas de conocimiento de la realidad según su grado de complejidad, en este trabajo planteamos la necesidad que tiene la Homeopatía de utilizar la combinación de, al menos, esas tres perspectivas dada la complejidad de su objeto de estudio -el ser humano sano y enfermo. Este planteamiento tan global es de difícil comprensión desde la Medicina Moderna convencional, basada todavía en una rígida aplicación del método científico, que se caracteriza por la cuantificación, el mecanicismo, el análisis, la generalización y la simplificación. Se hace una breve exposición de lo que supone un método y se comentan algunos métodos que podrían ser útiles para la Homeopatía en sus esferas de aplicación, la clínica y la investigación. Además del método experimental (donde el investigador modifica las condiciones), que es el usado por el método científico en su proceso de inducción desde la observación hasta la elaboración de una hipótesis, existe el método observacional (donde no se modifican las condiciones), muy usado en las “ciencia humanas” (Psicología, Sociología), el método artístico (que supone un énfasis en la subjetividad), el método sintético (que incorpora muchas más perspectivas complementarias, además del arte, la ciencia y la metafísica). El problema es que el método científico clásico no sirve para la Homeopatía, y los propios homeópatas entran en contradicción al pretender ceñirse a él, pues se basan en paradigmas diferentes, en racionalidades distintas; aunque según cómo se mire la Homeopatía puede considerarse más racional y científica que la medicina convencional, en todo caso no sigue los patrones de racionalidad en los que se ha basado la ciencia en estos últimos siglos. Buena parte de la confusión viene dada porque la Homeopatía incorpora aspectos de los dos paradigmas distintos, el vitalista y el biomecánico. Existe, pues, un vacío metodológico en Homeopatía, que algunos investigadores rigurosos intentan llenar recurriendo al único método reconocido en Medicina -el método científico-, mientras otros, en cambio, prefieren seguir paso a paso la aplicación clásica -hahnemanniana- de la Homeopatía, sin tener en consideración los posibles errores por un exceso de interpretación subjetiva. La Homeopatía necesita un método de referencia, en el que, entre otros aspectos, deberían sopesarse adecuadamente los diversos componentes de la realidad: objetividad / subjetividad, vitalismo / mecanicismo, individualización / generalización, complejidad / simplificación, análisis / síntesis, cantidad / calidad, …; y, en especial, el aspecto cualitativo del observador (médico o investigador), ese ideal hahnemanniano del “observador imparcial, sin prejuicios”.
“…la ciencia, hoy en día, es nuestra religión favorita.” Paul K. Feyerabend[1] Introducción El conocimiento es la representación de una realidad. Según el grado de complejidad de la realidad, se necesita un método o forma de conocimiento diferente. Ibn al’Arabi, el gran maestro sufí andaluz del siglo XII-XIII de nuestra era, dividía los conocimientos (también llamados ‘ciencias’) en tres niveles: -el conocimiento intelectual (de la razón), que se obtiene por evidencia inmediata (por indagación, p.e. inferencias lógicas basadas en el principio de no contradicción); -el conocimiento de los estados, obtenido por experiencia inmediata (intuición directa/percepción sensorial), “como sucede con el conocimiento de la dulzura de la miel o la amargura del áloe, el placer del coito, el deseo ardiente, la emoción súbita, el anhelo y los casos de este mismo tipo, puesto que es imposible para cualquiera conocer este tipo de conocimientos sin experimentarlos directamente y participar en ellos”; y -el conocimiento de los secretos, obtenido por revelación (experiencia espiritual, propia de los profetas y los santos), “un conocimiento circundante que abarca la totalidad de lo cognoscible. Es un conocimiento que está por encima del estadio del intelecto.”(por encima de los condicionamientos de la razón).[2] Ken Wilber, una de las autoridades mundiales en psicología transpersonal y pionero en el desarrollo de una teoría de campo unificado sobre la conciencia, ha introducido una clasificación similar de las tres modalidades de conocimiento: -el conocimiento empírico o sensorial (experiencia sensorial); -el conocimiento racional o simbólico (razonamiento lógico), que trasciende lo sensorial, es transempírico; y -el conocimiento trascendente o espiritual (contemplación), que es transracional, translógico y transmental. Esta clasificación deriva de la metáfora sobre los “tres ojos” de San Buenaventura, uno de los grandes doctores de la Iglesia católica del siglo XIII, que afirmaba que los seres humanos disponen de tres formas de adquirir conocimiento: -el ojo de la carne, el ojo de la razón y el ojo de la contemplación, pero “aunque la terminología …sea cristiana, en todas las tradiciones psicológicas, filosóficas y religiosas principales nos encontramos con conceptos similares.[3] Un físico contemporáneo español, residente en Barcelona, Jorge Wagensberg, actualiza la cuestión en otro lenguaje, estableciendo tres formas puras de conocimiento: -el científico, que trata del nivel más bajo de complejidad; -el artístico, que trata niveles más complejos (p.e. la pasión amorosa); y -el divino o revelado, que trata de los niveles más complejos (p.e. el espíritu). En el proceso de conocimiento la experimentación es la fuente principal para la ciencia, la inspiración para el arte y la revelación para el conocimiento divino. Cualquier realidad compleja podría conocerse por la combinación adecuada de estas tres formas puras de conocimiento.[4]
Un nuevo “paradigma trascendente” debería utilizar e integrar las tres formas básicas de conocimiento, “debería sintetizar el empirismo, el racionalismo y el trascendentalismo.”[5] Toda forma de conocimiento aspira a la Verdad, en el sentido de hacer cognoscible la Realidad de la manera más fidedigna, es decir, aspira al conocimiento absoluto, pero sólo el conocimiento de origen divino puede mantener tal pretensión. Tanto el conocimiento científico como el artístico requieren de una simplificación para poder representar la realidad, son conocimientos relativos, en el caso de la ciencia la simplificación es de carácter más objetivo, y para el arte es de carácter más subjetivo. Siendo el objeto de la Medicina el ser humano, el conocimiento de la salud y la enfermedad, los tres métodos básicos que hemos enunciado son susceptibles de ser utilizados. Por ejemplo, si buscamos causas físicas de una enfermedad utilizaremos la ciencia (análisis y pruebas complementarias), si buscamos causas emocionales quizás nos sirva mejor el arte (el arte del interrogatorio[6]), y para encontrar causas metafísicas deberíamos recurrir a fuentes espirituales. INSUFICIENCIAS DEL MÉTODO CIENTÍFICO Con este sencillo ejemplo, ya podemos observar que la Medicina Moderna convencional, al limitar su campo de investigación a los fenómenos más físicos y materiales, sólo necesita de los recursos de la ciencia; en cambio, la Homeopatía, al ampliar su estudio a fenómenos más complejos, no tiene suficiente con el método científico y debe utilizar también otros métodos. Esto significa, pues, que en Homeopatía debemos tener en cuenta no sólo los aspectos más objetivos de la realidad, sino también aquellos otros más subjetivos; los objetivos podremos determinarlos con el método científico, pero para conocer los subjetivos necesitaremos del método artístico.[7] Creemos que en este punto enunciado es donde reside uno de los problemas de comprensión y de comunicación entre la Medicina convencional y la Homeopatía. “La increíble riqueza del que denominamos mundo real o de los hechos en bruto no recogida en los datos cuantitativos queda fuera del campo visual del científico, y desde luego no forma parte de la tarea científica dilucidar cuáles han sido exactamente las pérdidas[8]. Para Joseph Needham algunos de los rasgos esenciales de una visión científica del mundo son: el carácter cuantitativo (medición, clasificación, estadística), el concepto de identidad (“de idénticas causas se siguen idénticos efectos”), la tendencia hacia lo mecánico y el determinismo, el aspecto analítico, la ordenación metódica y la generalización, la simplificación (hipótesis simplificadas), una posición antiteleológica, impersonal y carente de toda ética. La imperativa necesidad del análisis, de tener que estudiar en detalle los elementos integrantes de cualquier sistema para poderlo comprender, dice Joseph Needham, “sitúa al científico ante enormes dificultades cuando se ve obligado a enfrentarse con unidades que posean un alto nivel de organización intrínseca, tales como puedan ser animales o plantas”. Porque desde el punto de vista de la ciencia podemos decir que cualquier otra forma de conocimiento es la alternativa a la impotencia del método científico, y de ahí a decir que cualquier otra forma de conocimiento es falsa sólo media un paso. Este dogmatismo es del que muchas veces hacen gala algunos defensores a ultranza del método científico, sin darse cuenta que la ciencia es una manera objetiva de reduccionismo de la realidad, pero que no es la realidad, ya que la realidad es mucho más compleja. Cuanto más simples sean los objetos de conocimiento de una disciplina científica, es decir, cuanto menos variables entren en juego, más precisos y rigurosos serán sus resultados. Pero si el objeto de estudio es demasiado complejo (p.e. el hombre, la salud y la enfermedad), la ciencia se hace demasiado reduccionista en el intento de aplicar sus métodos de objetivación, y se aleja de la realidad. El método científico da resultados falsos si se utiliza para realidades complejas. Por otro lado, en el arte lo importante es que la complejidad sea comunicable, no tanto comprensible; precisamente en la ciencia es en el proceso de comprensión donde se produce una reducción. La reducción puede ser válida y acercarnos efectivamente al conocimiento de la realidad si el fenómeno observado no es demasiado complejo (funciona bastante bien en ciertos niveles de las “ciencias teóricas”), pero en las “ciencias humanas”, cuyo objeto es el hombre en toda su complejidad, la reducción nos aleja demasiado de los hechos. En las ciencias humanas, además de la experimentación se utiliza también el método observacional, que difiere del método experimental en que en éste el investigador modifica las condiciones en que se desarrolla el fenómeno, mientras que en aquel considera los fenómenos sin modificarlos.[9] La observación de hecho constituye uno de los aspectos más importantes del método científico, que fue el primer elemento introducido ya por los babilonios; fueron los griegos quienes añadieron el segundo elemento esencial del método científico, que consiste en hallar una teoría (o hipótesis) que organice los hechos observados, para no completarse hasta mucho más tarde en el siglo XVII de la mano de Francis Bacon.[10] La verificación científica no es racional ni deductiva sino empírica e inductiva (aunque la ciencia también utiliza la lógica y la deducción como herramientas subordinadas a la inducción empírica). Francis Bacon sistematizó la inducción, que consiste en la formulación de leyes generales basándose en numerosos ejemplos concretos (lo opuesto de la deducción), o a través de la verificación de una determinada propuesta en gran diversidad de circunstancias y llegando a su confirmación en caso de no ser refutada. La proposición adquiere entonces el rango de hipótesis; una hipótesis todavía no refutada (sometida todavía a verificaciones) suele llamarse teoría; y una teoría que nunca ha sido refutada de forma fundamental se llama ley.[11] NECESIDAD DE UN NUEVO PARADIGMA Ya discutimos en otro lugar[12] los problemas en la aplicación del método científico clásico en Homeopatía, dadas las características propias del método homeopático, especialmente la valoración prioritaria de los síntomas subjetivos y no patognomónicos y la individualización terapeútica, lo que comporta que la investigación basada en las realizaciones científicas precedentes (ciencia normal)[13] no resuelva los problemas que se plantean en la aplicación de la Homeopatía. A pesar de que está bien demostrado que los dos principios básicos de la homeopatía, la ley de similitud y la experimentación pura, cumplen rigurosamente con los requisitos del método inductivo y del método hipotético-deductivo[14], hay autores empeñados en considerar a la Homeopatía como una pseudociencia o una pseudotecnología porque “no comparte (con la ciencia) ni el planteamiento, ni las técnicas, ni el cuerpo de conocimiento[15]. Para salir de este callejón sin salida, quizás no quede más remedio que consensuar un nuevo paradigma científico (que es la forma, según Kuhn, en que se producen muchos avances científicos revolucionarios)[16], junto con ciertos desarrollos de la ciencia contemporánea que se encuentran en una situación similar, especialmente las últimas teorías e hipótesis que ponen en entredicho los postulados que se habían consolidado en el campo de sus respectivas disciplinas científicas clásicas: el teorema de Bell (Física cuántica), la termodinámica del no equilibrio, la teoría de la morfogénesis de Sheldrake y la teoría general de sistemas de Von Bertallanfy (Biología), la teoría de los fractales de Mandelbrot y la teoría de las catástrofes de R.Thom (Matemáticas), la Holografía de David Bohm (Óptica/Física), la sinergética y los fenómenos cooperativos (Física), los campos neuronales (Psicofisiología), los fenómenos caóticos (Fisiología humana), etc. Muchas de estas hipótesis, que contradicen las teorías hasta ahora aceptadas por la ciencia, parten de la observación y proponen una explicación a ciertas anomalías científicas hasta ese momento inexplicables y que suelen producirse en las “fronteras de la ciencia”[17] Algunos autores hablan del paradigma holográfico[18]o del paradigma trascendente[19], y en homeopatía podemos hablar del paradigma vitalista. Hay autores que sostienen que “la concepción vitalista, y el objetivo de descubrir una ‘ciencia del arte de curar’, es decir, una medicina centrada en una terapéutica basada en principios lógicos, ha alejado a la homeopatía de la racionalidad científica en medicina, o al menos de la racionalidad que ha predominado históricamente en la sociedad occidental[20], aunque ello no signifique que la homeopatía no sea una medicina racional. Nos puede ayudar aquí comprender que la ciencia (Kepler, Galileo, Newton) no era un sistema racional sino un sistema empírico, en el sentido de basarse no en el razonamiento sino en la percepción sensorial, y que surgió como repulsa al racionalismo escolástico medieval; sin embargo, el verdadero poder de la ciencia radica en su trascendencia de los objetos sensoriales, en su capacidad de elaborar hipótesis y teorías, a partir de la experimentación pero trascendiéndola y colocándose al mismo tiempo en el terreno de la inspiración artística y de la contemplación. Porque, por otro lado, la ciencia moderna ha demostrado que el uso exclusivo del razonamiento es inadecuado para desvelar los hechos empíricos.[21] El nuevo paradigma debería superar las dicotomías ciencia/arte, ciencia/religión, objetividad/subjetividad, cantidad/calidad, … y convertirse en un paradigma integrador de dichas dicotomías, que más allá de ser incompatibles las hiciera complementarias, debería sintetizar y unificar los conocimientos de los tres niveles, tal como propone Ken Wilber, las tres esferas del conocimiento: el reino empírico de los sentidos, el reino racional de la mente y el reino trascendental del espíritu.[22] LA HOMEOPATÍA COMO CIENCIA FRONTERIZA Hahnemann estableció la Homeopatía como un método racional en Medicina, a partir de la observación clínica y siendo un pionero en el uso del método experimental en Medicina para evaluar la capacidad terapéutica de las sustancias medicinales (proving o experimentación homeopática pura), que hasta ese momento sólo se utilizaban en base a su conocimiento empírico aleatorio. Si revisamos el proceso de razonamiento de Hahnemann antes de enunciar los principios de su nuevo método terapéutico, podemos darnos cuenta de su rigor metodológico, recuperar los momentos clave de sus observaciones, sus experimentos, la elaboración de hipótesis y su posterior comprobación para erigirlas en teorías (o incluso leyes), en definitiva comprobamos la adecuación de su pensamiento al razonamiento científico.[23] Harris L. Coulter ha argumentado exhaustivamente la tesis de la estricta adecuación de la Homeopatía (culminación de la Medicina Empírica) a los requisitos del método científico, incluso por encima y frente a la llamada Medicina Racionalista.[24] Los principios básicos del paradigma de la racionalidad, generalmente admitidos por los científicos, los ha resumido Edgar Morin[25]; a continuación enumeramos sucintamente algunos de ellos. 1. Principio de universalidad - eliminación de lo local y de lo singular. 2. Principio de reducción del conocimiento de los sistemas a sus partes simples. 3. Principio de causalidad lineal, externa y superior a los objetos. 4. Principio de aislamiento y separación entre el objeto y su entorno. 5. Principio de separación entre el objeto y el sujeto que lo percibe y entiende. 6. Eliminación del ser y la existencia mediante la cuantificación y la formalización. A partir de las teorías más recientes de las ciencias fronterizas[26], Morin reconstruye una perspectiva globalista, antireduccionista y dinámica del conocimiento científico desembocando en el reconocimiento de la complejidad. En otro lugar[27] ya hicimos una exposición de las hipótesis metafísicas del método científico y, en contraposición, del que llamamos método sintético. Este último surge de la reflexión teórica de Lluís M. Xirinachs[28] sobre lo que llama globalismo o generalismo (en contraposición a la especialización), como una metodología del pensamiento para encarar la complejidad de la vida y del universo, que presentamos en su momento como un método aplicable a la Homeopatía[29]. DIVERGENCIAS EN LA INVESTIGACIÓN EN HOMEOPATÍA Del 53º Congreso de la Liga Medicorum Homoeopathica Internationalis que tuvo lugar en Amsterdam en abril de 1998, me llamaron poderosamente la atención dos aportaciones radicalmente distintas en relación al tema de la investigación en Homeopatía. Una de ellas fue la comunicación presentada por un reconocido investigador homeopático, el Dr. Peter Fisher[30] de Londres, el cual comentó los resultados de un metaanálisis de ensayos clínicos homeopáticos, del que concluía con la aparente paradoja de que "cuanto mejor metodológicamente estaba realizado un estudio, menos datos aportaba", hasta el extremo de que los dos estudios considerados mejores desde el punto de vista de la metodología, bajo su criterio, no aportaban ningún dato concluyente; en cambio, cuantos más errores metodológicos tenían los estudios, más datos aportaban, con el riesgo de que fueran, por lo tanto, resultados erróneos. La otra ponencia, la de un experto realizador de provings, Jeremy Sherr[31], homeópata de formación no médica también del Reino Unido, sostenía, tras haber realizado 16 provings mayores, que los síntomas más característicos presentados por los experimentadores suelen ocurrir en aquellos pocos más sensibles, incluso muchas veces sólo en uno, y que esos son los síntomas más propios del medicamento experimentado; considera que 5 personas son suficientes para un pequeño proyecto y los criterios de inclusión de síntomas como pertenecientes a la sustancia experimentada son muy individuales, analizándolos caso por caso. Creo que estos dos planteamientos bastante extremos de la investigación homeopática es una muestra del dilema en el que se encuentra actualmente la investigación en Homeopatía: por un lado, se sitúan aquellos investigadores que, en su afán de ponerse al mismo nivel del mundo científico dominante (del paradigma científico dominante), delimitan su rigor investigador a la aplicación, casi religiosa, del método científico clásico, con sus requerimientos imprescindibles del doble ciego, el uso del placebo como control, el análisis estadístico, la reproductibilidad de los resultados. Por otro lado, están aquellos que, al margen de los límites del método científico, intentan investigar siguiendo criterios exclusivamente homeopáticos. Estamos de acuerdo en que los homeópatas no debemos priorizar el desarrollo de una estrategia para demostrar o reafirmar que la homeopatía también es científica. No hay que olvidar que buena parte de la confusión pueda ser debida al propio desarrollo histórico de la Homeopatía, que se ha convertido en un híbrido de distintas racionalidades médicas, incorporando aspectos del paradigma vitalista en su doctrina y en su terapéutica, y aspectos del paradigma biomecánico, aceptando la anatomía moderna y la fisiología como parte de su sistema.[32] Cosa que no ocurre, por ejemplo, con las Medicinas Tradicionales (China, Ayurvédica, Tibetana,…), que tienen su propio cuerpo autónomo de conocimientos sin recurrir a los avances de la Medicina occidental. NECESIDAD DE UN MÉTODO APROPIADO En definitiva, el dilema es metodológico: falta un método explícito de conocimiento de la realidad, que conjugue a un tiempo unos mínimos requerimientos científicos necesarios y la filosofía vitalista que fundamenta la terapéutica homeopática. La Homeopatía necesita expresar todo el poder y creatividad de su paradigma, que principalmente es vitalista, luego necesita una labor de investigación con una metodología que no provenga del paradigma mecanicista.[33] El método científico clásico nace a partir de una visión materialista de la realidad que presupone, entre otras cosas, la fijeza e inmovilidad de las leyes de la naturaleza, con lo cual se adapta bastante bien a aquellas parcelas de la realidad menos mutables, más inertes. Pero cuando el objeto de análisis es el ser humano, un ser vivo, que cambia, evoluciona, constituido por una fuerza autónoma que le permite el movimiento, el método científico resulta insuficiente. Como si quisiéramos analizar el argumento de una película, a través del análisis detallado de cada fotograma. El método científico, utilizado con bastante éxito en las ciencias teóricas (física, química, matemática), se muestra impotente en el análisis de las ciencias aplicadas, especialmente las ciencias humanas, donde el objeto de estudio es al mismo tiempo un sujeto, y donde se produce una interrelación entre dos sujetos, el investigador y el investigado; de hecho, en Psicología y en Sociología utilizan otros métodos (el método observacional) más acordes con su complejo objeto de estudio: el ser humano con sus sentimientos, sus ilusiones, sus miedos, es decir, con toda su subjetividad. Por otro lado, se ha puesto sobradamente de manifiesto la importancia de la actitud del investigador en la búsqueda del conocimiento científico y su influencia en los resultados de sus investigaciones, hasta el punto que en mecánica cuántica está bien demostrada la imposibilidad de separar el observador del hecho observado.[34] Sostenemos la tesis de que la ciencia se convierte en irracional cuando descarta los aspectos subjetivos de su estudio al simplificar sus procedimientos con metodologías reduccionistas. Defendemos la racionalidad por encima de una visión reduccionista de la ciencia, y sostenemos que esa racionalidad sólo puede mantenerse incorporando al estudio los factores no objetivables que entran en juego en los fenómenos bajo observación. Por supuesto que al valorar un fenómeno en toda su complejidad se necesitan instrumentos de análisis también más complejos, y por tanto la metodología requerida deberá ser más sofisticada. Cuando buscamos un método para hacer cualquier cosa lo que pretendemos es facilitar la tarea, simplificar el proceso y conseguir un resultado; el objetivo siempre es lograr un resultado, aunque el proceso sea más complejo o la tarea más difícil. Si al hacer fácil y simplificar no nos dirigimos a la consecución del resultado, habremos errado el camino. Porque un método no es más que un camino para desplazarnos de lo conocido a lo desconocido; el éxito del método consiste en hacer cognoscible lo desconocido. Descubrir lo ya conocido o inventar lo desconocido son los riesgos y los fracasos extremos de la incorrecta aplicación de un método. Un método es como un seguro frente al error para conocer la realidad. En la investigación biomédica, la realidad a descubrir es clínica. La ilusión de que la realidad es abordable en toda su complejidad y cognoscible en su totalidad es una pretensión del método científico. La realidad está ahí, es el objeto de observación (el paciente, por ejemplo), y el observador (el homeópata) puede disponer de recursos para percibir e interpretar lo que se le presenta en la clínica. La forma de interpretar puede seguir unas reglas pre-determinadas para huir de los errores, pero la percepción de los fenómenos es totalmente subjetiva, requiere unas habilidades especiales por parte del médico homeópata. Esos requisitos son necesarios para la práctica cotidiana, más todavía para emprender una labor investigadora, con el objetivo de aportar nuevos conocimientos, de descubrir lo desconocido. La realidad no la podemos conocer de forma directa, a no ser en el contexto de la experiencia mística (o lo que, de forma más amplia, Ibn al‘Arabi incluía en el ‘conocimiento de los estados’ y el ‘conocimiento de los secretos’[35]). Para acceder a la realidad dentro de la experiencia cotidiana necesitamos algún intermediario, algún instrumento que nos posibilite el paso. El método es ese intermediario. No podemos saber qué le pasa al enfermo con sólo mirarlo, necesitamos un método diagnóstico, la entrevista homeopática es ese método para llegar a conocer al enfermo. Para curarlo necesitamos de otro método, un método terapéutico, porque no sabemos curarlo con sólo decirle "¡cúrate!". Para investigar necesitamos también de un método, que debe adaptarse al objeto que queremos investigar; no podemos investigar el fondo submarino con un avión. Utilizar el método científico para investigar los fenómenos clínicos que suceden en la aplicación de la Homeopatía es como querer volar con un submarino. CONCLUSIONES Necesitamos un método que tenga en cuenta la subjetividad, la parte en relación con el todo (globalidad/holismo), la individualidad irrepetible (contingencia),... El método científico hasta ahora usado no sirve para conocer la realidad clínica homeopática. No se puede basar la investigación homeopática en un método que requiere del análisis estadístico, de la reproductibilidad de los resultados,... Al disminuir los factores objetivos de control (la cuantificación), no nos queda otra posibilidad, para reducir el error, que aumentar los factores subjetivos (la cualificación). Dentro del método a usar deberemos incorporar un control estricto sobre el aspecto subjetivo del investigador, su cualificación no sólo en cuanto a sus conocimientos y habilidades adquiridas sino como "observador imparcial, sin prejuicios" -condición que el propio Hahnemann demandaba del médico para realizar el examen del enfermo[36]-; ello suele requerir un trabajo de índole personal para reconocer los propios prejuicios y poderlos mantener bajo control. Ese es el único camino para dar a la Homeopatía, es decir a la Medicina, la dimensión artística que necesita, más allá de sus posibilidades como ciencia y, al mismo tiempo, para desarrollar todas sus potencialidades científicas. “Pues es la imagen que cada criatura tiene de sí, extremadamente en el reino humano, el primer y más continuo obstáculo entre ella y las demás…” Maria Zambrano[37] REFERENCIAS [1] Paul K. Feyerabend. Diálogo sobre el método. Ed. Cátedra. Madrid, 1989. [2] Ibn ‘Arabi. Las Iluminaciones de La Meca. Ed. Siruela. Madrid, 1996. [3] Ken Wilber. Los tres ojos del conocimiento. Ed. Kairós. Barcelona, 1991. [4] Jorge Wagensberg. Ideas sobre la complejidad del mundo. Metatemas, 9. Tusquets Ed. Barcelona, 1985. [5] Ken Wilber. Los tres ojos del conocimiento. Ed. Kairós. Barcelona, 1991. [6] Isidre Lara. El arte del interrogatorio. Natura Medicatrix, nº 28-29. Barcelona, 1992. [7] Isidre Lara. Homoeopathy: The Art of Healing. European Journal of Classical Homeopathy, 1995; vol.1, nº3-4: 7-9. (parcialmente publicado) [8] Joseph Needham. Ciencia, religión y socialismo. Ed. Crítica. Barcelona, 1978. [9] Maria Teresa Anguera. Metodología de la observación en las Ciencias Humanas. Ed. Cátedra. Madrid, 1997. [10] L.W.H. Hull. Historia y Filosofía de la Ciencia. Ed. Ariel. Barcelona, 1981. [11] Ken Wilber. Los tres ojos del conocimiento. Ed. Kairós. Barcelona, 1991. [12] Isidre Lara. Bases teóricas de la Homeopatía: la Homeopatía dentro de un nuevo paradigma científico. Revista Homeopática, boletín de la AMHB, año IX, nº 23. Barcelona, 1993. [13] Thomas S. Kuhn. La Estructura de las revoluciones científicas. Fondo de Cultura Económica. Madrid, 1986. [14] Josep Mª Queralt. Homeopatía: ¿Ciencia o pseudociencia?. Actas 1as. Jornadas de Medicina Homeopática Unicista. Mallorca, Octubre 1987. Ciencia y Pseudociencia: la Homeopatía como nuevo paradigma para las ciencias médicas. Natura Medicatrix, nº 28-29. 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In praise of empirism (no publicado en las Actas). [31] Jeremy Sherr. Dynamics and methodology of homoeopathic provings (no publicado en las Actas). The Dynamics and Methodology of Homoeopathic Provings. Dynamis Books. Malvern, 1994. [32] Madel T. Luz. Homoeopathy and scientific rationality. Br Hom J 1995; 84: 203-6. [33] Madel T. Luz. Homoeopathy and scientific rationality. Br Hom J 1995; 84: 203-6. [34] Gerhard Resch & Viktor Gutmann. Scientific Foundations of Homeopathy. Barthel & Barthel Publ. Berg am Starnberger See, 1987. [35] Ibn ‘Arabi. Las Iluminaciones de La Meca. Ed. Siruela. Madrid, 1996. [36] Samuel Hahnemann. Órganon de la Medicina. §83. [37] Maria Zambrano. Notas de un método. Mondadori. Madrid, 1989.
Ponencia presentada en las IV Jornadas Nacionales Universitarias de Homeopatía. FEMH. Sevilla, Abril 1999.
Publicado en la Revista Española de Homeopatia. 2002-03, 14: 3-9.

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